jueves, 24 de enero de 2008

Por el ortelano

¡Yo lo descubrí!

No, lo que acaba de ver en la entrada intitulada delicadamente "Por el ortelano" no es un programa pasado de Trampolín a la Fama en la recordada secuencia “haga negocio con Cuco”. Escuchó bien, señito… el mismísimo presidente de nuestra republiqueta en persona ha ido a las españas a buscar a Colón.

¿Y para qué lo quiere de vuelta? Al parecer, al Galán, tan memorioso como es, le dio vergüenza que hayamos terminado así tan feo y a los cañonazos nuestras relaciones metrópoli-colonia allá por el 2 de mayo de 1866 y ha ido, cual impulsador de embutidos en supermercado chileno, a buscar la panacea de la inversión extranjera para que (por fin) empiece a caminar nuestra sufrida y pezuñenta nación chicha, latinoamericana, tercermundista.

Y es que, a despecho de lo que le enseñaron sus maestros de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (¿ah?), cree haber descubierto (tardíamente) algo que ahora está muy en boga en las repúblicas bananeras: el capitalismo global le va a arreglar la vida a los cholos, y ha dicho, además, que para tal efecto el principal objetivo de su Gobierno es que las inversiones privadas y públicas (?) sigan creciendo, y ofreció, cito textualmente, “estabilidad en medio de un vecindario belicoso, todavía anclados a una economía arcaica propia del pensamiento primitivo en la que se plantea que el Estado sea el gran gestor, el gran inversor y el sancta sactorum de la economía”.

¿Perdón???¿Economía arcaica? ¿Pensamiento primitivo? ¿Sancta cachucha, Batman? A ver, a ver, a ver. ¿Para qué corno entonces era que existía el Estado? ¿Para entregar el ortelano así sin más? ¿Sin tan siquiera lavarlo y talquearlo un poquito? Nadie le está pidiendo que sea Mao y lidere una nueva reeducación (que buena falta nos hace) y un partido único que controle todas y cada una de las esferas de la vida nacional por los siglos de los siglos, amén (ya quisiera). Apenas se le pide un Estado eficiente, que sepa cumplir y hacer cumplir la ley, nada más. Nada que una buena reforma no solucione (ja ja ja, qué iluso, dios mío).

Pero, la verdad, no le hagan tanto caso. No les quepa la menor duda de que en otro escenario diría absolutamente todo lo contrario. Ya sé que es difícil pero, por ejemplo, ¿alguien se acuerda de la campaña electoral? Sobre todo en lo que toca a reducir las tarifas de servicios públicos, la eliminación de la renta básica, revisión de contratos. Sobre esto último, si quiere reírse no un poco sino mucho, nomás lea el Título III, Capítulo I de la Constitución Política del Perú, donde, entre otros chascarrillos, encontrará este: “Artículo 61: El Estado facilita y vigila la libre competencia. Combate toda práctica que la limite y el abuso de posiciones dominantes o monopólicas. Ninguna ley ni concertación puede autorizar ni establecer monopolios”. (¡Plop!).

¿No funcionan los servicios básicos? ¿Se está lavando el quetejedi y se le cierra el caño? ¿Se le apaga la luz en lo más bacán de la pollada?: véndalos. ¿Inseguridad ciudadana? ¿Lo han dejado en calzoncío y sin una luca para el pasaje?: empeñen la policía. ¿Fugas diarias en las cárceles? ¿Preciosos angelitos que dirigen secuestros desde Canadá?: regalen el INPE. ¿La salud pública es un enfermo terminal?: ¡rematen sus órganos al menudeo! porque, ahora que el Galán es un neoliberal convencido, ya todo vale (hasta las patadas más bajas) y al paso que vamos el Estado mismo se va a poner en liquidación de saldos. Visto está que, como ya se lo había demostrado San Pablo a aquel Saulo del desierto, no hay peor fanático que el converso.

Y bueno, ya lo sabe: si algo no le funciona, pues véndase y listo.